Al género Cucumis pertenecen las especies tan diversas como el pepino (Cucumis sativus L.) y el kiwano (Cucumis metuliferus).
Las diferentes áreas de producción en España se encuentran en las pronvicias de Almería, Murcia, Castellón, Badajoz, Cáceres y Castilla La Mancha.
El color de la piel es verde oscuro con pequeñas manchas y presenta unas líneas sobresalientes en la piel denominadas «escritura», de color más claro.
Tiene forma alargada; su sabor es muy dulce y la pulpa es de color blanco de consistencia crujiente.
Podemos encontrar este producto en el mercado de temporada desde junio hasta octubre.
Es un hidratante ideal, con la ventaja de su bajo aporte calórico, por lo que se puede consumir en la cantidad deseada sin temor a ingerir un exceso de calorías ni de azúcares. Por ello, está especialmente indicado en dietas de control de peso y dietas con control específico de los hidratos de carbono, como la diabetes. En esta fruta destaca la riqueza en beta-caroteno, en mayor cantidad en las variedades de pulpa naranja. El beta-caroteno o provitamina A, convierte al melón en una fruta de consumo contribuye a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer.
Por su aporte de provitamina A y vitamina C, su consumo se recomienda especialmente a quienes tienen un mayor riesgo de sufrir carencias de dichas vitaminas: personas que no toleran los cítricos, el pimiento u otros vegetales, que son fuente casi exclusiva de vitamina C en nuestra alimentación; para quienes deben llevar a cabo una dieta baja en grasa y por tanto con un contenido escaso de vitamina A o para personas cuyas necesidades nutritivas están aumentadas. Algunas de estas situaciones son: periodos de crecimiento, embarazo y lactancia materna. Así mismo, el tabaco, el abuso del alcohol, el empleo de ciertos medicamentos, el estrés, las defensas disminuidas, la actividad física intensa, el cáncer y el Sida y las enfermedades inflamatorias crónicas disminuyen el aprovechamiento y producen mala absorción de nutrientes.
El melón es una de las frutas más ricas en potasio, cuya deficiencia en la población es rara pero puede ser una consecuencia secundaria debida al alcoholismo, dietas hipocalóricas, trastornos de la conducta alimenticia, quemaduras, fiebre, traumatismos, etc. La abundancia en este mineral y en agua, la convierten en una fruta diurética por excelencia, y por tanto recomendable para quienes sufren de hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón y retención de líquidos. No obstante, quienes padecen insuficiencia renal y requieren dietas especiales controladas en este mineral, deberán restringir el consumo de melón.
Ha mejorado mucho la calidad de los melones y han pasado los tiempos en los que se vendían a ?cala y cata?, que significa que el comprador tenía derecho a devolver el elegido por el melonero si no le gustaba. Se ha perdido una faceta, sin que la echemos de menos, del costumbrismo español y sobre todo madrileño e incluso el sentido de algunos refranes, que en ocasiones tenían tintes machistas.
Hay muchas clases de melones, algunos como el cantaloup y el gália, son de obtención moderna, de tamaño pequeño y de predominio del aroma sobre el sabor. Son muy apropiados para el desayuno o para que el Oporto u otro vino generoso, les aporte la gracia que les falta. Los melones típicos españoles, de piel amarilla o verde, lisa o rugosa, escrita o no, como los tendral, piel de sapo, mochuelo, etc., son muy sabrosos y apropiados para nuestros gustos.
El melón va muy bien con salazones, sobre todo con jamón, con pescados ahumados, en cócteles o relleno con frutas del bosque o tropicales, (le refuerzan, en estos casos, unas gotas de licor), o cortado en dados bañados con Oporto, oloroso o moscatel, con zumo de naranja y una ramita de albahaca, o simplemente cortado en rajas como final sabroso de una comida veraniega. A pesar de su utilización principal como postre es más recomendable como entrante, ya que la fermentación rápida de sus azúcares en el aparato digestivo, anteponiéndose a la de otros alimentos que se han ingerido antes, puede ocasionar algunos trastornos. Quizás en este efecto, está el origen del dicho, muy exagerado por cierto de que el melón por la mañana es oro, por la tarde plata y por la noche mata.
Otro de los melones más famosos de la geografía española es el cultivado en Villaconejos, en la comunidad de Madrid, del que ya existen referencias en el siglo XV. La plantación se retrasa respecto a otras zonas españolas, y tiene lugar en mayo, para evitar las heladas. Además, de este modo se empiezan a comercializar cuando en otras zonas ya se ha finalizado, ocupando así un mayor espectro de mercado.
Las variedades más comunes son:
– Melón amarillo: su piel es amarilla y la pulpa blanca.
– Melón verde: engloba el ‘piel de sapo’, con la carne blanca o amarilla y la piel verde con manchas, ‘Rochet’, con piel lisa, y ‘Tendral’, que se caracteriza por la corteza gruesa y rugosa.
– Cantaloup y Honeydew: la nota distintiva de estas dos variedades es su color anaranjado.
– Galia: con pulpa casi blanca, con un tono verde.
A la hora de adquirirlos, se evitarán aquellos que estén deformados o que presenten cicatrices o magulladuras. Si aún no está lo suficientemente maduro, el melón tendrá un sabor parecido al del pepino, fruto de su misma familia, pero si lo está en exceso, estará ya pasado.
Lo ideal es que esté firme, pero con el dulzor y aroma característicos de su óptimo grado de madurez. Aunque hoy en día todas las clases de melón están disponibles durante todo el año, es conveniente adquirir los propios de cada época.
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